viernes, 4 de abril de 2014

VIACRUCIS

Todos los viernes a las 18´30 h. rezamos el viacrucis en la iglesia.


PRIMERA ESTACIÓN

JESÚS ES CONDENADO A MUERTE

P. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu cruz has redimido el mundo.

LA CONDENA

Cúantas veces juzgamos de modo precipitado,superficial; cúantas veces volvemos el pulgar hacia abajo para declarar culpables a los otros y marginarlos.
Si queremos vivir como cristianos, debemos moderar nuestro lenguaje, usando palabras de amor y comprensión, que sepan perdonar y no reprobar. No hay que esforzarse mucho para condenar nuevamente a Jesús en los hermanos: un juicio imprudente, un veredicto sumario, un vago: se dice...,parece que..., y un inicente hijo de Dios puede convertirse en el peor de los delincuentes. Es importante no comportase como la muchedumbre, no adaptarse a las modas a la hora de juzgar.



SEGUNDA ESTACIÓN

JESÚS CARGA CON LA CRUZ

P. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu cruz has redimido al mundo.


EL SUFRIMIENTO

En nuestro ambiente encontramos muchas cruces: en las iglesias, en los senderos de la montaña o en los museos; las apreciamos, las admiramos y nos recogemos en oración ante ellas. Qué decir, además, de las cruces que llevamos puestas en el cuello, en las orejas, en la muñeca, en las camisetas. Pueden ser un ornamento espléndido, a veces incluso contra corriente, y todo esto nos gusta. Pero ninguna de ellas es la verdadera cruz. La cruz auténtica, la que nos pesa de verdad, pronto o tarde nos viene a recordar que debemos llevarla y dar testimonio de ella si queremos ser buenos cristianos. Llevarla con fe y dignidad es un cometido que nos incumbe a nosotros, sabiendo que ella es el camino de redención.



TERCERA ESTACIÓN


JESÚS CAE POR PRIMERA VEZ


P. Te adoramos , oh Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu cruz has redimido el mundo.

LA TRAICIÓN

Las caídas de Jesús nos recuerdan la fragilidad humana. Jesús vivió en su propia carne la traición y la negación: tengamos en cuenta a Judas, a Pedro y después, en la historia hasta nuestros días, nuestras pequeñas traiciones cotidianas. La traición consiste en no permanecer fieles a la palabra dada, a un compromiso, a un ideal; por eso nos humilla y nos hace palpar la miseria humana. Traicionar es lo mismo que luchar contra sí mismos, rebelarse contra lo que habíamos profesado hasta ese momento. El antídoto contra la traición es la coherencia y la fidelidad, mantener fija la atención en la meta de nuestra vida y en el bien que de ello se va a derivar.



CUARTA ESTACIÓN

JESÚS ENCUENTRA A SU MADRE

P. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu cruz has redimido el mundo.

LA TERNURA

En el camino del Calvario, María sale al encuentro de su hijo con serenidad y ternura. Así nos enseña a aceptar el proyecto de Dios incluso cuando no está completamente claro en el plano humano y ha de pasar por el sufrimiento. Hoy, con la mirada de María, llenos de amor y ternura, acerquémonos a aquellos que viven una llamada particular en el camino de la cruz; los ancianos, los enfermos, los discapacitados, los inmigrantes, los pobres las personas solas. Pertenezcamos junto al prójimo, sobre todo junto a los que atraviesan dificultades, haciendo que se sientan amados por nosotros y no abandonados a su suerte.



QUINTA ESTACIÓN

EL CIRENEO AYUDA A LLEVAR LA CRUZ


P. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu santa Cruz has redimido al mundo.

LA SOLIDARIDAD

Todos los días tenemos que ayudarnos a llevar los unos las cargas de los otros. Ayudar al hermano a llevar la cruz significa ser cireneos que ayudan a Jesús amando al prójimo. Este es el mejor modo de poner en práctica el Evangelio y de no caer en el individualismo cada día más extendido y contagioso. Solidaridad es darse cuenta de la existencia del hermano, experimentando su ayuda. Esto nos hace entender la importancia del prójimo. La solidaridad nos ayuda a crecer con los demás a través del conocimiento y el aprecio recíprocos. Cuando se tiende la mano con humildad y sinceridad, nacen relaciones auténticas y duraderas.



SEXTA ESTACIÓN

LA VERÓNICA ENJUGA EL ROSTRO DE JESÚS

P.Te adoramos,oh Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu cruz has redimido el mundo.

EL CORAJE DE LA JUSTICIA

La Verónica nos enseña el coraje para salirnos de la masa y correr al encuentro de Jesús. Es el impulso del amor que no tiene miedo de nada y se rebela contra la injusticia. Verónica sale de entre la muchedumbre y va a enjugar el rostro a un inocente que pronto morirá, a una persona que sólo ha hecho bien y está para sufrir el mal supremo. Cuántas injusticias hay en nuestra sociedad: basta recordar la pobreza y el hambre, las discriminaciones raciales o políticas y los compromisos mezquinos. La tarea de los cristianos consiste en tener el valor de indignarnos ante las injusticias y salir del montón para denunciarlas.



SÉPTIMA ESTACIÓN

JESÚS CAE POR SEGUNDA VEZ

P.Te adoramos,oh Cristo, y te bendecimos
R.Porque con tu cruz has redimido el mundo.


LA SUPERFICIALIDAD

Otra caída: la superficialidad. La imagen que puede darnos una idea de la superficialidad son las gafas oscuras. Ellas nos protegen, nos mimetizan; desafortunadamente, con frecuencia, las llevamos también en el corazón, para no ver de modo claro la luz de Jesús, el rostro de los hermanos, las necesidades de los que están a nuestro alrededor; en consecuencia vemos todo de modo superficial, sin dejarnos afectar ni poco ni mucho.
De este modo las actitudes superficiales nos hacen caer en el pecado, porque no nos permiten afrontar debidamente las cosas, no nos dejan que nos apasionemos por ellas y nos mantenemos al margen.
No descubrimos el valor de la realidad que nos circunda y nos sentimos perdidos porque caminamos en la oscuridad.


OCTAVA ESTACIÓN


JESÚS Y LAS HIJAS DE JERUSALEN

P.Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos.
R.Porque con tu cruz has redimido el mundo.


EL DESALIENTO

Cuántos pañuelos sacamos en nuestro caminar: para llorar o para enjugar las lágrimas de los demás, para secar el sudor en los momentos de particular tensión o para rendirnos ante la realidad. Para no desanimarnos debemos ponernos inmediatamente en movimiento a fin de cambiar o mejorar la realidad que nos conmueve, nos agobia o hace sufrir. No hay que compadecerse, porque ser cristiano quiere decir no dejarnos llevar por el sentimentalismo o por las condiciones que nos abruman. Estas actitudes paralizan la realidad, con riesgo de no ver la salida. Los omentos de la prueba son, en cambio, ocasiones en la que es necesario recurrir a nuestra fuerza para reaccionar y superar las dificultades.



NOVENA ESTACIÓN

JESÚS CAE POR TERCERA VEZ

P.Te adoramos, oh Cristo, y te benendecimos.
R.Porque con tu cruz has redimido el mundo.


LA DESCONFIANZA

Cuando la desconfianza se apodera de nosotros dejamos de ser personas libres, para volvernos precavidas porque tenemos miedo de todo. No vemos a las personas o a las cosas que nos rodean en su verdadera luz, no descubrimos la autenticidad del proyecto de Dios, sino que lo bloqueamos todo con los perjuicios humanos. El gran riesgo que corremos consiste en no captar los signos positivos existentes en todo lo que nos circunda,sino en poner en evidencia sólo los aspectos negativos. Esta actitud desemboca en el pesimismo. De este modo, dejamos de fiarnos de Dios y de los hermanos; nos aislamos, renunciamos a la confrontación y sólo nos fiamos de nosotros mismos, con los riesgos consiguientes.


DÉCIMA ESTACIÓN

JESÚS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS

P.Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R.Porque con tu cruz has redimido el mundo.


LA INSEGURIDAD

Cuando nos abandonan todas nuestras certezas, seguridades y comodidades, la tierra tiembla bajo nuestros pies. En estas situaciones podemos aprender a dar el debido valor a la realidad que nos circunda. Advertimos que todo lo que es terreno es limitado y pasa en el tiempo; por eso necesitamos poner nuestra fe en Jesús y en sus palabras de vida eterna. Entonces es importante dejar que resuenen en nuestro interior sus palabras: " Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mi no morirá jamás " ( Jn 11,25). " Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo " ( Mt 28,20 ).


UNDÉCIMA ESTACIÓN

JESÚS ES CRUCIFICADO

P.Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R.Porque con tu cruz has redimido el mundo.


LAS HERIDAS COTIDIANAS

En nuestra experiencia vital, cuántos clavos, pequeños o grandes, traspasan nuestra carne. El sufrimiento, las decepciones y el dolor nos sujetan cotidianamente a la cruz. No podemos evitar esto, pero, para dar valor a estas pruebas y verlas en una luz nueva, debemos pensar en Jesús que se deja enclavar por nuestra redención. Los sufrimientos y las pruebas, vividas de modo positivo, abren el corazón y ensanchan nuestros horizontes, permitiéndonos entender mejor los sufrimientos de los demás. Las heridas, de este modo, se cierran y se convierten en experiencias vitales que nos ayudan a crecer para no volver a repetir los mismos errores y, al par, nos estimulan a ayudar a los demás a no cometerlos.


DUODÉCIMA ESTACIÓN

MUERE JESÚS

P.Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R.Porque con tu cruz has redimido el mundo.


EL REINO DE DIOS

Jesús es condenado a morir en cruz porque se ha declarado rey de un reino particular: el reino de Dios, un reino en el que debe imperar el amor. Jesús sacrifica su vida en la cruz para vencer la injusticia, el pecado de los hombres y la muerte. Su cuerpo martirizado y sus manos traspasadas son el signo de su amor infinito por nosotros. La realeza de Jesús se manifiesta en el amor que salva y redime. Las últimas palabras de Jesús son palabras de amor, perdón y salvación: Jesús asegura al buen ladrón que estará con él en el Paraiso, y le pide al Padre que perdone a sus sayones. Jesús es el rey de los oprimidos, los pobres y sin fortuna, y la voz para oponerse a los abusos.



DECIMOTERCERA ESTACIÓN


EL DESCENDIMIENTO

P.Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R.Porque con tu cruz has redimido el mundo.


EL CUMPLIMIENTO

El cuerpo sin vida de Jesús nos recuerda que ha cumplido con su misión: se ha sacrificado por la salvación de la humanidad. Bajan a Jesús de la cruz y lo acoge su madre. El que es Todopoderoso se ha hecho completamente impotente por amor. Jesús nos ha dado el ejemplo de la donación total de sí mismo, es la víctima inocente inmolada por todos nosotros. En su cuerpo sin vida contemplamos el amor verdadero que se entrega enteramente por el bien de los demás. Es la realización del proyecto de Dios Padre. Jesús nos recuerda que todos tenemos que realiar un proyecto para ayudar a los demás, tanto en las tareas más humildes como en las más altas, sin discriminaciones.


DECIMOCUARTA ESTACIÓN

JESÚS ES SEPULTADO

P.Te adoramos,oh Cristo, y te bendecimos.
R.Porque con tu cruz has redimido el mundo.


LAS PROMESAS

Hacemos muchas promesas, pero, ¿ cuántas mantenemos ? En esta estación, Jesús nos pide que tengamos paciencia, que sepamos esperar, porque Él mantiene siempre sus promesas. La Escritura representa la obra redentora de Dios Padre, a través de la historia del pueblo elegido y la revelación de Jesús. Hay que confiar en Dios y esperar la realización de su Palabra, que es palabra de vida para siempre. La espera es alentada por la esperanza, que se manifiesta en depositar nuestra confianza en Dios, abandonándonos a su voluntad. En este camino nos sirven de ejemplo los santos, que son una especie de Evangelio vivo, y se han vuelto tales por haber perseverado en la fe sin dudar nunca del amor de Dios.


DECIMOQUINTA ESTACIÓN

JESÚS RESUCITA

P.Te adoramos,oh Cristo, y te bendecimos.
R.Porque con tu cruz has redimido el mundo.


HIJOS DE LA LUZ

Los cristianos somos hijos de la luz; para ello es fundamental ser luz para el prójimo, es decir, iluminar con nuestra vida el camino que recorremos, para que otros puedan ver esta luz. Ser luz quiere decir ser testigos de Jesús resucitado, o sea, ser optimistas, llenos de esperanza, para descubrir que la vida no termina con nuestra muerte terrena, que es sólo el comienzo de la verdadera vida: la comunión eterna con Dios. Si creemos ésto, cambiarán nuestras actitudes: ya no seremos esclavos de las tinieblas, esto es, apegados a las cosas de la tierra que nos aplastan y hacen egoístas, sino hijos de la luz, y nos sentiremos hijos de Dios y hermanos de todos.