NOVENA A LA
VIRGEN DEL ROSARIO.
PATRONA DE VALDEGANGA
Acto de contrición.
Señor mío, Jesucristo,
Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío,
por ser Vos quién sois y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido;
propongo firmemente nunca más pecar,
apartarme de todas las ocasiones de ofenderos,
confesarme y, cumplir la penitencia que me fuera impuesta.
Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío,
por ser Vos quién sois y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido;
propongo firmemente nunca más pecar,
apartarme de todas las ocasiones de ofenderos,
confesarme y, cumplir la penitencia que me fuera impuesta.
Oración para
todos los días.
¡Oh Madre y clementísima Virgen del
Rosario! Vos que plantasteis en la Iglesia, por medio de vuestro privilegiado
hijo Domingo, el místico árbol del Santo Rosario, haced que abracemos todos tu
santa devoción y gocemos su verdadero espíritu; de suerte que aquellas místicas
rosas sean en nuestros labios y corazón, por los pecadores medicina y por los
justos aumento de gracia, intercede por todos nosotros para que nos veamos
bendecidos con todas las gracias que necesitamos. Por Jesucristo Nuestro Señor.
Canto
Santo rosario
Canto
NOVENA EN HONOR A LA VIRGEN DEL ROSARIO
NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO
CANTO DEL AVE MARIA: Dios te
salve María, Llena eres de gracias
CANTO DE LA SALVE (se inciensa)
Ruega por nosotros Santa Madre de
Dios
Oración final.
¡Oh Santísima Virgen, Madre de Dios, dulce
refugio y consuelo piadoso de todos los afligidos! Por aquella confianza y
autoridad de Madre con que podéis presentar nuestros ruegos al que es árbitro
soberano de nuestro bien empeñad una y otra en favor nuestro. Conseguidnos el
reformar con el Santo Rosario nuestras vidas, y ayúdanos para que nunca nos
separemos de tu amado Hijo Jesús. Por Jesucristo Nuestro Señor.
MEDITACIONES
DE LA NOVENA EN HONOR DE LA SANTÍSIMA VIRGEN DEL ROSARIO.
DIA PRIMERO:
MARIA MUJER DE FE “…dichosos los que creen sin haber visto”. (Jn. 20,29):
María vivió su fe de una forma sencilla,
en medio de las preocupaciones de la vida.
Allí aprendió a tener un dialogo con
Dios y con su hijo.
La
vida de Nuestra Señora no fue fácil. No le fueron ahorradas pruebas y
dificultades pero su fe siempre salió victoriosa y fortalecida, convirtiéndose
en modelo para todos nosotros. Vivió una vida sencilla y humilde en un pueblo
pequeño de Galilea. Vio crecer a su hijo Jesús como a otro niño del pueblo,
pero supo que aquel pequeño era el hijo de Dios, el Mesías esperado durante
siglos. La fe de María alcanzó su punto culminante en el Calvario, cuando tuvo
que presenciar la muerte del Salvador del mundo por nuestros pecados.
Examinemos
nosotros, como aceptamos las contrariedades normales de nuestra vida, como
amamos la enfermedad, el dolor, los planes que hemos de cambiar por
circunstancias imprevistas. Pensemos si realmente estas realidades penosas nos
santifican, o si, por el contrario, nos alejan de Dios.
¿Nos dejamos iluminar por la
fe de María?
¿La consideramos modelo de
confianza en Dios?
DIA SEGUNDO: LA ESPERANZA DE
MARIA “…ahora
vemos por un espejo y obscuramente entonces veremos cara a cara…” (1 Cor.
13,12)
Lucas 1, 26 – 38.
Nuestra Señora fue motivo de alegría, de
paz y de esperanza para todos mientras estuvo presente aquí en la tierra. El
Sábado Santo, cuando con la muerte de Jesús se hizo la oscuridad más completa
sobre el mundo, sólo quedó encendida la esperanza de María. Por ello, los
Apóstoles se congregaron bajo su amparo. Ahora, desde el Cielo, con su amor
materno se cuida de los hermanos de su Hijo, de todo nosotros.
Nosotros debemos ser como María y poner
nuestra esperanza en Cristo, por ello, tenemos que orar confiadamente y con
constancia en todos los momentos de nuestra vida, soportar pacientemente el
dolor y las tribulaciones pues ellas serán el vehículo que nos conducirá al
Cielo, para gozar eternamente de la presencia Divina.
La esperanza es la virtud por la que
aspiramos alcanzar algo.
Es aquella que nos lleva a alcanzar
algo.
Esta virtud actúa en María después de
que el Ángel le habla y ella espera que se cumplan las cosas que le han
comunicado. Por eso Isabel le dice “feliz la que ha creído”
Ayer iniciamos algo especial.
Porque y para qué
¿Qué es lo que hace que estos días que
vienen sean fiesta? Cosas concretas.
En honor a quien todos vamos a estar de
fiesta.
Por eso no la podemos olvidar ni dejar
de lado.
Ella es el motivo de nuestra alegría
Por eso hay que querer a la virgen
Como le demostramos que la queremos
Estando unidos a su hijo Jesús
Todos:
Virgen del Rosario,
Gracias
por ser nuestra patrona
Gracias
por querernos tanto.
Gracias
por ser nuestra alegría
Gracias
por protegernos.
Ayúdanos
para que nunca nos separemos de tu hijo Jesús. Amén.
DIA TERCERO: MARIA, REINA Y MADRE DE LA
MISERICORDIA “… la caridad no pasa jamás…” (1 Cor. 13,8)
La Virgen, Nuestra Madre, fue durante
toda su vida consuelo de aquellos que andaban afligidos por un peso demasiado
grande para llevarlo ellos solos: dio ánimos a San José aquella noche en Belén,
cuando después de buscar alojamiento en las posadas, no encontró ninguna casa
abierta y también cuando la Sagrada Familia tuvo que huir a Egipto. Los
Apóstoles hallaron amparo en María cuando todo se les volvió negro y sin
sentido después que Cristo expiró en la Cruz. Hoy podríamos preguntarnos en
nuestra meditación cómo vivimos esta virtud de la caridad cada día: si tenemos
detalles de cariño con quienes vivimos, si procuramos ser amables, si damos paz
y alegría a nuestro alrededor y si acogemos a todos con amor.
DIA CUARTO: LA VITUD DE LA JUSTICIA EN
MARIA “…fuente de vida es la boca del justo…” (Prov. 10,11)
Nuestra Madre vivió ejemplarmente la
virtud de la justicia ya que mantuvo un clima interior de presencia de Dios a
lo largo de toda su vida. María fue ejemplar en sus conversaciones, no
pronunció nunca una palabra vana, no emitió un juicio sobre nadie. Muy al
contrario, procuró crear un clima de compresión con el prójimo, enseñándoles
cuando se equivocaban y acogiéndolos cuando la necesitaron.
DIA QUINTO: MARIA, EJEMPLO DE FORTALEZA
“…pues el oro se prueba en el fuego, y los hombres gratos a Dios, en el crisol
de la tribulación…” (Ecles. 2,5).
María acompaña a Jesús al Calvario. Tiene el
corazón desgarrado al presenciar a su querido Hijo elevado en la Cruz. A su
alrededor, hay un espectáculo desolador, insultos, injurias, burlas, indiferencias…
pero Nuestra Amada Madre, no se deja abatir. Permanecerá junto a Cristo hasta
el último momento de su vida y aún más allá, hasta la sepultura… Es momento de
fortaleza, de no dejarse abatir por los acontecimientos, de mantener su
esperanza en la Resurrección. Pidamos hoy a Nuestra Madre que nos otorgue de
Jesús el don de Fortaleza para que aprendamos a vencer la resistencia a cumplir
los deberes que cuestan, para enfrentarnos a los obstáculos normales de toda
existencia, para llevar con paciencia la enfermedad cuando llegue, para
perseverar en el quehacer diario, para sobrellevar la adversidad con serenidad
y espíritu sobrenatural.
DIA SEXTO: MARIA Y LA TEMPLANZA “…hijo,
sobre tu vida consúltate a ti mismo; mira lo que te es dañoso y no te des…”
(Ecles. 37,30).
DIA SEPTIMO: LA PRUDENCIA CRISTIANA Y
MARIA “…la conversación del piadoso es siempre con sabios; el necio muda como
la luna…” (Ecles. 27,12)
Dios infundió en María la virtud de la
prudencia. Se puede definir a la persona prudente como aquella que acierta
edificar la vida entera según la voz de la conciencia recta y según las
exigencias de la moral justa. La Santísima Virgen durante todo su vida se guió
por los preceptos de la moral de tal forma que realizó la mayor tarea a la que
puede aspirar cualquier se humano, vivir la santidad. Nosotros debemos aspirar
a ser prudentes, para ello tenemos que aprender a juzgar con rectitud los
hechos y circunstancias que se presenten en nuestra vida y sólo con una buena
formación doctrinal religiosa y ascética, y con la ayuda de la gracia, sabremos
encontrar los caminos que llevan a Dios y las decisiones que habremos de tomar
en este sentido.
DIA OCTAVO: MARIA MUJER ORANTE. “…mucho
puede la oración fervorosa del justo…” (Sant. 5,16)
María conservó durante toda su vida el
anuncio del Ángel sobre su maternidad divina, guardó para siempre todas las
cosas que tuvieron lugar en la noche de Belén. Mas tarde, le impresionó
profundamente la pérdida de su hijo en Jerusalén a la edad de doce años, y las
palabras que Este le dijo a Aquella. Por último, una vez muerto y resucitado
Jesús, meditó asiduamente sobre las verdades del Calvario y sobre el glorioso
día del Domingo de Resurrección. Examinemos hoy nuestra propia intimidad: si estamos
abiertos y somos dóciles a las gracias y a las inspiraciones del Espíritu
Santo, si arrancamos de raíz los pequeños rencores, las envidias… En suma, si
imitamos a Nuestra Madre en su espíritu de oración constante o si por el
contrario posponemos nuestra vida de oración a las últimas horas del día,
cuando estamos cansados o terminamos incumpliéndola.
DIA NOVENO: EL REZO DEL SANTO ROSARIO
“…orad sin interrupción…” (1 Tes. 5,17)
Nos dice el Santo Padre Juan Pablo II,
que “la familia cristina se encuentra y consolida su identidad en la oración.
Esforzaos por hallar cada día un tiempo para dedicarlo juntos a hablar con el
Señor y a escuchar su voz. ¡Qué hermosos resulta que en una familia se rece, al
atardecer, aunque sólo sea una parte del Rosario! Una familia que reza unida,
se mantiene unida, una familia que ora, es una familia que se salva”. Pongamos
los medios necesarios para fomentar esta oración tan grata a Dios y a Nuestra
Madre Santísima del Rosario y que es considerada como una gran plegaria pública
y universal frente a las necesidades ordinarias y extraordinarias de la Iglesia
Santa, de las naciones y del mundo entero.